He abierto mis ojos, para dejar de ser egoísta; en un mundo tan cambiante, que crece y que avanza sin mirar a quien deja atrás, me atrevo yo a alzar la voz, y en mi son de cambio, apuesto por ser la diferencia. Ya no tengo yo porque retroceder y quedarme; no tienen que ser mis manos parte de esta villanía que el mundo entero persigue; ni mis pasos, ser seguidores de la falsa ideología que a muchos atrae; ni yo, ni mi ser quieren ser aplastados, golpeados o utilizados.
Se que, ahora, son mis ojos testigos de una tortura silenciosa, que desgarra el alma de muchos, que martiriza y lastima… pero a todo eso, que puedo hacer yo, si sus gritos no son escuchados sobre todo porque ellos no quieren ser oídos. Si cada vez que actuó, pensando hacer lo correcto, ellos me demuestran que me equivoco, por que al final de cuentas no quieren ser ayudados, y desprecian el apoyo brindado, dañan a costa de menospreciar el apoyo regalado. A uno lo usan, hasta que deje de servirles, y luego más tarde, por su propia necesidad, lo solicitan en su vida, para no después de mucho volverlo a botar…
Es por esas mismas circunstancias, que uno decide ya dejar de intentar, ya dejar de forzar algo que debió ser, pero no es. Que aún en el lamento y la tristeza generada, uno deja al libre albedrio de cada quien, para que mañana o más tarde, en su breve soledad, puedan decidir, y mejor aún mejorar y arreglar lo que roto, una vez se dejó.
La inconsciencia, lastima. La pena, crece. El cariño, siempre se mantiene. La gente, cambia. Pero sobre todo, sabemos como protegernos ante la inestabilidad de los otros.


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