
Un montón de hojas apiladas sobre el escritorio, y la mayoría ya no deberían estar ahí… un montón de cajas, hechas ahora sólo llenas de los recuerdos de antaño, con mil historias que hasta ahora no han sido reveladas… una cosa negra, que sólo ella sabe que es; una botella, de una marca conocida, bacía, boca abajo… una supuesta mascara, que aparentemente es una cara de un ave tradicional, usada más que todo para decorar antes que para asustar o representar algún espíritu cultural de su etnia… bolsas que dentro contienen más bolsas, y más, y más… y más.
Ropa dispersa alrededor de la pequeña habitación que daba acogida a sus pensamientos, los dejaba florecer y los miraba crecer, madurar y sentir. Acompañados de la melodía que ella impusiera, aunque esta terminaba dependiendo de la luz artificial, pues la señal no era suficiente y por un motivo que no ha averiguado y por lo tanto hasta ahora desconoce, aún cuando cree saber la respuesta… una gran cantidad de libros que debería leer, sin embargo con el transcurrir de los segundos envejecen más, y más… y más.
Un juego de habitación teóricamente nuevo para ese cuarto, pero antiguo para el creador, cosas conectadas a tomacorrientes… Ropa amontonada en lugares donde no debería ser, sin embargo había más organización; muchos colores, pero que ninguno la caracterizaba, con sólo decir que ni el negro o el blanco serían capaces de describirla, ¿acaso un individuo así, los necesita?, un colchón que se hunde más, más… y más.
Sentimientos, probablemente no reflejados en su día a día, que se almacenaban en aquellas hojas que luego guardaba en esas cajas y que si deseaba podría dejarlas en un oscuro cuarto del cual podría desaparecer la llave y no saber nada más de aquellas… pero que sin embargo no lo hacia, se mantenía al margen de actuar en contra de esos, quizás miedo, quizás desconfianza… al final era una abulia en la orilla del mar de la creación de su remoto despertar a una vida caóticamente no hecha para ella, pero que sin adecuarse, podía llevar sin problema.
Nadie puede predecir sus movimientos, ni imaginar de lo que es capaz, no por lo menos hasta el final, como todos los psicópatas conocidos y no, que con silencio y cautela avanzan, nadie sospecha de ellos, pero definitivamente lo son… tan fríos, tan sigilosos, aveces inquebrántales y otras tan humanos, predispuestos a dejarse llevar por sus remotas aberraciones que si bien son guiadas por sus impulsos, salen del espacio de su relatividad y terminan contemplando una atmosfera gris, con deseos encontrados, pero con la amarga sensación de no sentirse satisfechos.
Cada quien no actúa de la mala manera, o eso queremos creer, no lo sé; pero, lo que si sé es que al final cada acción tiene su propio fin supremo, y alterarlo puede ser el desequilibrio natural del universo… es ahí cuando de la nada, y sin pensarlo, dentro de la satisfacción en el dolor ajeno, y sensaciones fuera de lo usual -o eso es lo que piensa el predominante número común de seres tridimensionales- surge un sujeto dispuesto a hacer una vaga diferencia entre lo que todos ven mal, así y al igual que todos los locos que una vez se alzaron y gritando su propio himno de libertar fueron juzgados, pero que por lo mismo lucharon, y ante tanta insanidad, buscaron sólo una diferencia… ¡abarse!. Sin embargo, cada uno en su oscuro mundo, no se abre y aprecia el verdadero sabor de aceptar más allá de un simple si, las ideas formuladas por su imaginación. Pero, esto simplemente no es una obsesión, sólo es otra idea que escuche al aire, mientras observaba, a través de un extraño invento a una extraña, a la cual escuché que llamaron psicópata.
Ropa dispersa alrededor de la pequeña habitación que daba acogida a sus pensamientos, los dejaba florecer y los miraba crecer, madurar y sentir. Acompañados de la melodía que ella impusiera, aunque esta terminaba dependiendo de la luz artificial, pues la señal no era suficiente y por un motivo que no ha averiguado y por lo tanto hasta ahora desconoce, aún cuando cree saber la respuesta… una gran cantidad de libros que debería leer, sin embargo con el transcurrir de los segundos envejecen más, y más… y más.
Un juego de habitación teóricamente nuevo para ese cuarto, pero antiguo para el creador, cosas conectadas a tomacorrientes… Ropa amontonada en lugares donde no debería ser, sin embargo había más organización; muchos colores, pero que ninguno la caracterizaba, con sólo decir que ni el negro o el blanco serían capaces de describirla, ¿acaso un individuo así, los necesita?, un colchón que se hunde más, más… y más.
Sentimientos, probablemente no reflejados en su día a día, que se almacenaban en aquellas hojas que luego guardaba en esas cajas y que si deseaba podría dejarlas en un oscuro cuarto del cual podría desaparecer la llave y no saber nada más de aquellas… pero que sin embargo no lo hacia, se mantenía al margen de actuar en contra de esos, quizás miedo, quizás desconfianza… al final era una abulia en la orilla del mar de la creación de su remoto despertar a una vida caóticamente no hecha para ella, pero que sin adecuarse, podía llevar sin problema.
Nadie puede predecir sus movimientos, ni imaginar de lo que es capaz, no por lo menos hasta el final, como todos los psicópatas conocidos y no, que con silencio y cautela avanzan, nadie sospecha de ellos, pero definitivamente lo son… tan fríos, tan sigilosos, aveces inquebrántales y otras tan humanos, predispuestos a dejarse llevar por sus remotas aberraciones que si bien son guiadas por sus impulsos, salen del espacio de su relatividad y terminan contemplando una atmosfera gris, con deseos encontrados, pero con la amarga sensación de no sentirse satisfechos.
Cada quien no actúa de la mala manera, o eso queremos creer, no lo sé; pero, lo que si sé es que al final cada acción tiene su propio fin supremo, y alterarlo puede ser el desequilibrio natural del universo… es ahí cuando de la nada, y sin pensarlo, dentro de la satisfacción en el dolor ajeno, y sensaciones fuera de lo usual -o eso es lo que piensa el predominante número común de seres tridimensionales- surge un sujeto dispuesto a hacer una vaga diferencia entre lo que todos ven mal, así y al igual que todos los locos que una vez se alzaron y gritando su propio himno de libertar fueron juzgados, pero que por lo mismo lucharon, y ante tanta insanidad, buscaron sólo una diferencia… ¡abarse!. Sin embargo, cada uno en su oscuro mundo, no se abre y aprecia el verdadero sabor de aceptar más allá de un simple si, las ideas formuladas por su imaginación. Pero, esto simplemente no es una obsesión, sólo es otra idea que escuche al aire, mientras observaba, a través de un extraño invento a una extraña, a la cual escuché que llamaron psicópata.
